1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Aunque tampoco existe unanimidad doctrinal al respecto, la inmensa mayoría entiende que el factor trabajo y sus rentas deben sufrir una menor carga tributaria que el factor de producción capital y sus rendimientos, porque el primero se deprecia más rápidamente y no puede renovarse como el segundo.
En otro orden de cosas, desde el punto de vista de la distribución de la renta y la riqueza, los datos estadísticos mundiales revelan que una de las características más negativas de los últimos años es la desigualdad creciente, tanto de una variable como de otra[1], especialmente, de la segunda[2]. En España la desigualdad se ha acrecentado, asimismo, respecto de otros Estados de la Unión Europea como efecto de la crisis[3].
Ciertamente, el debate sobre las causas de tal desigualdad es uno de los puntos centrales de las discusiones sociales y económicas modernas, como demuestra el éxito reciente del libro de Thomas Piketty sobre esta materia[4], sin haberse llegado a conclusiones definitivas en esta materia; ahora bien, en lo que sí hay acuerdo, es que una de las herramientas para revertir esa desigualdad es el sistema tributario.
En este sentido, la progresividad, no es sólo una exigencia legal, artículo 31.1 de la Constitución Española, sino un instrumento para reducir una desigualdad, la cual, incluso, perjudica al propio desarrollo económico, además de generar una crítica social creciente.[5]
Pues bien, en España, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (en adelante, IRPF) constituye, sin ningún género de dudas, el gravamen de mayor importancia económica (el IRPF proporcionó a las arcas del Estado, tanto al Central como a las Comunidades Autónomas; pues el gravamen se divide al 50% entre estas entidades públicas, en el ejercicio 2013, unos ingresos públicos de 69.951 millones de euros, frente a los 51.931 millones de euros obtenidos por el IVA [6] y, en el año 2014, por el IRPF se lograron 72.622 millones de euros frente a los 56.174 millones de euros del IVA.[7]) y social, porque lo declaran más de 19 millones de contribuyentes todos los años[8].
En estas circunstancias, sólo un actuación decididamente progresiva en materia del IRPF puede cumplir con el mandato constitucional de un sistema tributario progresivo, ¿ y es esto así?.
2. RENTAS DEL TRABAJO E IRPF ESPAÑOL
Pues bien, lo primero es manifestar que las declaraciones del IRPF que incluyen rentas del trabajo suponen siempre más del 90% (el 90,2% en 2013, último año para el cual se dispone de datos) y que su peso en las rentas declaradas es, sencillamente, abrumador.
CUADRO Nº 1.
Rendimientos netos reducidos del trabajo sobre base liquidable general del IRPF (1)Fuente: Elaboración propia, a partir de datos.
Sin embargo, ¿cuánto tributan?
En el Cuadro n º 2 siguiente se expone la participación en la recaudación:
PARTICIPACIÓN DE LAS DIFERENTES MODALIDADES DE RENTAS EN LA SUMA TOTAL DE RENDIMIENTOS DECLARADOS DEL IRPF, 2012-3Fuente: Elaboración propia, a partir de los datos de la AEAT.
La conclusión es inmediata: la progresividad tributaria sigue siendo un deseo, una propuesta, para el futuro del sistema tributario español.
Domingo Carbajo Vasco.
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