En estos días se ha abierto un debate en el Reino Unido en relación con la intención del gobierno de sustituir el sistema de financiación de la Universidad, basado hasta ahora en tasas universitarias, por un impuesto de licenciatura, impuesto de carácter personal y subjetivo, afectado de progresividad como el impuesto sobre la renta.
Hasta la fecha, las tasas universitarias podían ser asumidas por los estudiantes mediante créditos a bajo interés cuyo periodo de amortización no comenzaba hasta tanto se hubieran terminado los estudios, entendiendo que una vez acabados, el estudiante se incorporaba al mercado de trabajo y entonces estaba en condiciones de devolver el préstamo. Pero la situación puede cambiar.
El sistema que se propone es el de un impuesto, que comenzará a devengarse a partir del momento en que el estudiante comience a trabajar, y siempre que sus ingresos sean mayores a 15.000 libras esterlinas.
La cuantía del impuesto oscilará según los rendimientos del ex estudiante, siendo mayor cuanto mayor sea la renta. Y la propuesta es de sujeción durante 20 a 25 años.
¿Cuáles son las consecuencias directas de esta modificación?
- En primer lugar, deja de pagarse en función del coste de la carrera, y se pagará en función de los rendimientos por el trabajo obtenido. Esto significa que unas carreras a priori van a ser más caras que otras, (abogados, arquitectos, cirujanos) porque de por sí tienen más perspectivas de mejores ingresos. Pero además, pagará más aquel que tenga más éxito profesional, lo que introducirá diferencias incluso entre los profesionales del mismo sector.
- Deja de haber una relación entre el coste del servicio público “educación superior” y lo que los usuarios pagan por él, puesto que al no estar el precio en relación al coste, el usuario deja de percibir el verdadero valor de lo que recibe.
El cambio de planteamiento es verdaderamente radical. ¿Es justo que los que tengan mayor éxito profesional paguen más por el mismo servicio? ¿Significa este sistema que se penaliza a los mejores o más dotados? La polémica está servida.
Claudia Delgado D´Antonio